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MAGAZÍN UCRÓNICO DE LA CIENCIA Y TECNOLOGÍA DEL MAÑANA
"Porque conocían todas las palabras, creían conocer todas las verdades"  JOSEPH JOUBERT
 

ENTREVISTA A DELFINES (TWEETY Y OBERÓN)    English Version

 
 

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Reserva de Chulung, Taiwan , 26 de Julio de 2055

La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha" dijo el filósofo y escritor galo Michel Eyquem de Montaigne, allá por el siglo XVI. Hoy, a mitad del XXI, esa máxima adquiere una nueva dimensión, a pesar de los agnósticos detractores del proyecto, a raíz del hallazgo tecnológico que nos permite comunicarnos con otras especies, en concreto con los delfines. "Los chasquidos, silbidos, gruñidos, ronquidos y tamborileos, pertenecen a humanos y cetáceos, a emisores y receptores" quizá hubiera afirmado en estos tiempos futuros. El magazín Tiempos      Futuros Future Times quiso estar presente en la "charla" que mantuvieron los científicos del Instituto Oceanográfico del Sudeste Asiático (IOSA) y dos criaturas acuáticas no humanas, tan alejadas, tan totalmente ajenas a todo modelo cultural conocido. En las siguientes líneas hemos tratado de glosar tan compleja "entrevista", recopilando fragmentos conversacionales dispersos a lo largo de esos doce minutos, eliminando partes no decodificables, "re-traduciendo" conceptos genéricos (en letra negrilla) para conferirles una estructura gramatical y semántica al uso, en suma, dándole un formato lingüístico escrito más ajustado a los esquemas tradicionales conocidos; porque bajo las aguas procelosas de la Bahía del Mar de la China Oriental se produjo algo opuesto a la logomaquia, en la que sólo importan las palabras. Hay que tener en cuenta que los interlocutores, los más singulares de la historia de la comunicación, disponían de cerebros inteligentes pero con patrones alejadísimos de los humanos, insistimos. El antropólogo y fonetista español Arturo Pizarro, subdirector del Instituto de Zoointeligencia de la Universidad de Navarra y colaborador del proyecto, dijo: "La inteligencia de los delfines se ve encorsetada en al ámbito de la acción por la inexistencia de órganos prensiles-como las manos-que les permitieran construir herramientas y con ellas "esculpir" su cultura, infraestructuras complejas y, en suma, una civilización". El genetista australiano Benjamín Clark, también experto asociado al proyecto, complementó la afirmación de su compañero: "Las modificaciones genéticas de los dos cetáceos pretenden "liberar" las funciones de sus ya muy desarrollados neocortex, sede de los comportamientos superiores, y "agilizar" las sinapsis, gracias a la profusión de neurotransmisores, en las circunvoluciones de sus encéfalos. Se trata de potenciar su ya avanzada capacidad de aprendizaje: Si necesitan herramientas vamos a facilitarles…¡que nos las pidan!".

Tweety y Oberón jamás leyeron a Bécquer ó a Hemingway y tampoco pudieron acuñar las gestas de sus antepasados… hasta el momento. Bienvenidos al interior de sus mentes. Pasen, pasen…


IOSA: Tweety, hola.-bramaron los altavoces, situados dentro del enorme acuario, en el lenguaje de los animales marinos. Otros bafles similares, fuera del agua, reverberaban en perfecto inglés las palabras de Fuzhou Rockwell, uno de los subdirectores del equipo. Los dos paralelepípedos serían también heraldos del antropomorfo milagro, es decir, que dos seres tan alejados del homo sapiens adquirieran características de él (el habla), en virtud de un inaudito birlibirloque tecnológico. El lingüista Fuzhou permanecería al borde del agua para que los delfines pudieran verle y haría de portavoz, gracias a su micrófono inalámbrico, de las preguntas de los científicos del IOSA. Éstos se reservaban la posibilidad de intervenir directamente en cualquier momento.El lingüista hablaría en voz baja para que los cetáceos no pudieran escucharle directamente y de esa manera "viciar" los resultados del experimento. Hay que tener en cuenta que antes de existir el traductor los animales ya entendían, en alguna medida, muchos de los vocablos humanos.

TWEETY: Hooola Fuzhou.

IOSA: Omerón, hola.

OMERÓN: ¡Hoooooooooola Fuzhou! Estoy muy contento de que hables como nosotros.-Su compañero, también macho de casi tres metros de longitud empiezo la conversación matizando a su compañero.

TWEETY: Bueno, no habla como nosotros, sino nuestra lengua. Habla mal (tiene un acento terrible)

IOSA: Ja ja ja

TWEETY y OBERÓN: Ja ja ja (risas)

IOSA: Tweety, ¿tienes hambre? Tengo cuatro arenques y varios calamares (Fuzhou levantó las dos manos para que ambos pudieran vez los sabrosos manjares que encerraban, y la primera trampa que el equipo tendió a los delfines). El sintetizador emitió los sonidos y chasquidos con los que ellos mismos diferenciaban ambas especies.

TWEETY: No, Fuzhou.-el concepto identitario estaba muy presente en los cetáceos. Ellos eran perfectamente conscientes de "quien era quien" fuera y dentro del agua. Bajo la superficie la precisa información que le suministraba su avanzado sistema de ecolocalización por sonidos ultrasónicos le ayudaba de forma inestimable en esa dirección.-Comí ya. Tienes cinco arenques, no cuatro.-Corrigió sin caer en la celada traicionera de IOSA. Su compañero, sometido a un calculado ayuno, entró al trapo que le tendieron los científicos, tomando la iniciativa en la conversación:

OMERÓN: Fuzhou, yo si tengo hambre. Prefiero calamares.

IOSA: Oberón, toma, pero dime antes qué comiste ayer.-Y el lingüista mantuvo en alto su mano enguantada llena de las viandas favoritas del delfín. Éste se acercó y le miró divertido. La pausa que medio entre la pregunta y su respuesta podría interpretarse como necesaria para rebuscar ésta en los ininteligibles senderos de su mente, pero también como parte del juego que le planteaba su instructor. Finalmente la criatura moduló la frecuencia de sus silbidos y emitió una larga serie de chasquidos que fueron traducidas por el ordenador:

OMERÓN: Ayer comí camarones muy ricos, Fuzhou.-Los biólogos marinos, fonetistas, lingüistas y demás expertos en comunicación parecieron congratularse tras los cristales del laboratorio; aquel animal parecía tener claros algunos conceptos fundamentales, como los cronológicos. Que un delfín tuviera percepción temporal tenía unas implicaciones extraordinarias y contradecía las tesis que apuntan a "un presente eterno" de todas las especies salvo el hombre. Recordar implicaba aprendizaje, tener conciencia del futuro, posibilidad de planificarlo o preverlo. Todavía tenían que indagar en esta última dirección-el mañana-con los cetáceos, que los científicos si habían previsto y plasmado en el "formulario amable" que desgranaría poco a poco Fuzhou Rockwell.

IOSA: Muy bien Oberón.-y el animal tuvo su premio en forma de suculento cefalópodo cortado en anillos. Ahora tocaba interpelar al otro delfín, para que en ningún momento se sintiera celoso de su compañero. Con sus manos en la espalda para que ningún gesto le diera pistas…:-Tweety, tráeme la pelota verde.-Aquí podía surgir el primer problema: El delfín podía entender perfectamente lo que se le pedía hacer pero, simplemente, podía no querer hacerlo. El animal, saciado antes del experimento, podía cuestionar el principio de autoridad. ¿Por qué iba a hacerlo sino era por comida? Sin embargo, Tweety obedeció con mansedumbre. Quizá pensó que su premio sería el juego.

TWEETY: Fuzhou, toma.- y lanzó el juguete a las manos del lingüista taiwanés. Éste aguardó unos segundos, como hacen a diario en miles de parques de todo el mundo dueños de canes. La dilación tuvo su recompensa que no era otra que Tweety tomara la iniciativa en la conversación. -Fuzhou, arroja la pelota-indicó impaciente. Pero aún habría de esperar, pues un nuevo ardid del equipo le aguardaba. El hombre sacó otra pelota idéntica, aunque de color rojo intenso, del bolsillo de su bata y, levantando una con cada mano interpeló al cetáceo.

IOSA: Tweety, ¿Cuál es la pelota que me has lanzado?-Aquí el delfín tendría que escoger una característica diferenciadora entre las dos pelotitas de goma. Color o ubicación.

TWEETY: Lancé la de mi derecha.-Acertó el animal, pues Fuzhou enfrentado a él portaba en su izquierda la esfera verde.

IOSA: ¿Y cual es la que quieres que te lance?-preguntó zalamero el hombre, siguiendo los consejos que le daban a través de su pinganillo.

TWEETY: Fuzhou, lanza la roja, la de mi izquierda-remató el animal, sorprendiendo a todos y abortando las apuestas. En oposición a la expectación del equipo el otro delfín parecía aburrido del infantil juego con su compañero, tras comerse kilo y medio de calamares. Una vez más tomó la iniciativa en la conversación.

OMERÓN: Fuzhou, ¿quiénes están ahí detrás?-el animal, al asomar su cabeza fuera del agua, veía sombras tras los cristales del laboratorio.

IOSA: Omerón, son mis amigos y también los vuestros. Ya los conocéis a todos: Las doctoras Almeida y Delacroix, mis jefas, los profesores Xiao y Totó, los expertos Pizarro, Higgins y Clerk.-En ese momento el traductor avisó a Fuzhou que había introducido en su frase dos conceptos que desconocían los delfines y preguntó si debía descomponerlos definiéndolos a partir de los conocidos o no. La máxima responsable del proyecto, doctora en biología marina Andreas Delacroix, negó con la cabeza tras los cristales y el genetista Clerk activó un control desde su panel para que la respuesta de Fuzhou no confundiera a los delfines. El traductor iba a someterse a su más dura prueba, hasta el momento.

OMERÓN: Fuzhou, ¿qué significa jefa?

TWEETY: Fuzhou, ¿qué significa expertos?-el sintetizador ajustaba la voces de ambos con registros tímbricos diferentes para evitar confusiones. Omerón sonaba como un perfecto barítono británico. Tweety como un agudo tenor tejano.

IOSA: Omerón, jefa significa que jerárquicamente está por encima de mi, profesionalmente, y además que es mujer.-Otra vez el pitido doble.

TWEETY: Fuzhou, ¿qué significa expertos, jerárquicamente y profesionalmente?-Los animales no pasaban ni una. De los datos obtenidos en la prueba se derivarían muchas conclusiones, como que un delfín podía estar pendiente de la conversación con su interlocutor y de otra paralela (Fuzhou-Oberón). Cerebro multitarea, sin duda.

IOSA: Omerón, Tweety, permitirme que os explique de otra manera que significa "jefa": Es la mujer que me dice en el trabajo lo que tengo que hacer. ¿Entendéis?

TWEETY: Sí, Fuzhou.

OMERÓN: Sí, Fuzhou. Pero como pregunta Tweety, ¿qué significa "expertos", "jerárquicamente" y "profesionalmente"?-El lingüista Fuzhou Rockwell puso la cara de andar metido en un aprieto. Tras el cristal sus compañeros eran víctimas de un repentino ataque de risa. Los delfines se comunican entre sí denominándose por sus nombres, reconociéndose a si mismos, por lo que a nadie extrañó la mención de Omerón de su compañero de fatigas.

IOSA: Bien, chicos. "Expertos" son los que saben mucho acerca de un tema. Las palabras "jerárquicamente" y profesionalmente" os las explicaré mañana.-Piiiii. Piiii Piiii. Tres pitidos de nuevo. Uno de los puntos claves del cuestionario se hallaba sobre el tapete o, mejor dicho, bajo las aguas en forma de chasquidos, silbidos y emisiones ultrasónicas proferidas por los bafles subacuáticos.

-TWEETY: Fuzhou, ¿qué significa "mañana"?-el otro delfín abrió la boca para realizar la misma pregunta pero ya había aprendido que no hacía falta. Volvió a cerrar sus mandíbulas en un inteligente gesto que al lingüista le provocó un escalofrío.

IOSA: Tweety…Omerón, mañana significa el día después de hoy.-Tras su respuesta ambos cetáceos guardaron silencio, como si estuvieran asimilando la novedosa información. No todos los días un ser inteligente "procesaba" el concepto de lo que es el futuro. Omerón volvió a sorprender. Parecía demostrado que la manipulación biogenética de su cerebro había llegado más allá que la de su compañero.

OMERÓN: Fuzhou, ¿dónde está el mañana?-Habían llegado a una encrucijada. Sabían que eso podía suceder con los conceptos abstractos, amor, alegría, etcétera, pero no creía que surgiera tan pronto, en la primera conversación. La antropóloga Fermina Almeida dijo a su compañero, situado al borde del estanque marino, que ni se le ocurriera intentar explicarle al animal la concepción filosófica de lo que es el mañana. Una mentira piadosa valdría, en aras de no desorientar al animal. Pero les aguardaba una sorpresa:

IOSA: Omerón, el mañana es el sol que se esconde al otro lado del mundo, y que reaparece el día después de hoy-dijo personalmente la doctora, palabras que tradujo diligentemente la máquina.-"Antes" y "después" fueron dos de los conceptos que más costó que asimilaran los animales; es más, no tenían muy claro que Tweety lo hubiera hecho.

OMERÓN: Tweety, creo que ellos nos mienten.-dijo el delfín ofuscado, dirigiéndose a su compañero, dando un aletazo contra el agua que empapó a Fuzhou y dejando atónito a todo el equipo. Después, Omerón aumentó su caudal sanguíneo y concentración de hemoglobina-según les avisaron los nanorrobots que navegaban por sus venas-indicando que estaba a punto de sumergirse. Los expertos se miraron alternativamente entre ellos y a los monitores, que confirmaron la inmersión del cetáceo, ya dotado de la provisión de oxígeno necesario para el descenso.

TWEETY: Omerón, no te enfades. Ellos son buenos. Ellos nos dan comida.

OMERÓN: Tweety, el mañana no existe.-dijo Omerón desde el fondo del acuario, situado casi a doscientos metros de profundidad. Su acolchado panículo adiposo le hacía indemne a la baja temperatura de las aguas a esa cota. Podría permanecer sumergido casi una hora, lo que dilapidaría la posibilidad de terminar la "entrevista"

IOSA: Omerón, no te enfades. Si sabias la respuesta,… ¿porque hiciste la pregunta?-el irritado animal marino dilató su contestación, como un niño enrabietado.

OMERÓN: Fuzhou, eso es fácil. Para poneros a prueba (jugar con vosotros)- Definitivamente, aquello les quedaba grande. Las previsiones de los expertos habían quedado abrumadoramente superadas por la inesperada perspicacia de aquel animal.

IOSA: Omerón anda, sube que podemos hablar sobre lo sucedido-Dijo el psicólogo keniata Aketi Totó, a través de su micro, consejo que fue traducido de inmediato por la máquina.

TWEETY: Omerón, sube.

OMERÓN: No.

IOSA: Omerón, ¿te gustaría hacer el amor con Tweety?-La pregunta del psicólogo estaba orientada a desconcertar al cetáceo, descolocarle, y así romper el círculo de enfado-orgullo en el que se hallaba inmerso, nunca mejor dicho.-Efectivamente, la pregunta debió turbar al animal, que todavía tardó unos minutos en contestar.

OMERÓN: Aketi, no. Tweety es un chico, piiiiiiiiiiii.-y el ordenador informó que su siguiente "palabra" era intraducible, aunque existía un 48,23% de posibilidades de que fuera un insulto como "bobo" o "tonto". Pero lo que más llamó la atención del equipo no fue el contenido de la respuesta del delfín, sino su mención a Aketi: ¿Cómo diablos supo que era el psicólogo el que se dirigía a él? A diferencia de las voces distintas con las que el ordenador "hablaba" en boca de Tweety u Omerón, para los animales sólo existía una "tonalidad" de chasquidos, silbidos, ronquidos y emisiones ultrasónicas fuera quien fuere el miembro del equipo que se dirigiera a ellos. "Tuvo que deducirlo por el contenido de la pregunta", concluyeron.

TWEETY: Ja ja (risas). Soy chico, soy chico. Ja ja.- Y comenzó una conversación entre ellos que el traductor admitió (¿cabizbajo?) que le fue imposible descifrar.

OMERÓN: Ja ja (risas).-El animal había subido veloz a la superficie y parecía divertirse enormemente con su compañero.

TWEETY: Ja ja (risas).-Lo siento, admitió derrotada la máquina. Sus expresiones se alejan totalmente de los 629 conceptos que tengo almacenados en mi memoria. "Es como si, adrede, no quisieran que entendiéramos lo que cuchichean: es asombroso", sentenció la doctora Delacroix.

IOSA: Tweety, Omerón,…bien, os agradecemos los minutos que nos habéis concedido. Hasta mañana-Sentenció la doctora, al comprobar la tomadura de pelo a la que les habían sometido los cetáceos. -Y desactivó de forma brusca el traductor- "La entrevista ha terminado. Sé que han quedado muchas cuestiones en el tintero, pero ya es suficiente por hoy. Gracias a todos. Profesor Rockwell, ya puede salir del acuario marino. Me voy a mi casa a asimilar lo sucedido. Ya tengo suficiente con que me vacile mi cuñado". Su compañera Almeida nos contó antes de que nos fuéramos:

"El experimento del Instituto Oceanográfico del Sudeste Asiático abre un abanico de infinitas posibilidades imposibles de imaginar: A un delfín que entiende (y aprende) el lenguaje humano se le puede enseñar acerca de muy diferentes disciplinas, tras disponer de un "diccionario" de comunicación mínimo. Se podría seguir un proceso similar al pedagógico que siguen los humanos jóvenes, con la lectura de libros infantiles dotado de un rango semántico limitado. Los delfines podrían, en una segunda fase, trabajar como "informadores" de los que se fragua en los fondos marinos, ayudar a los humanos a instalar instrumentos en los abismos oceánicos, avisarnos vía inalámbrica de tsunamis,…etcétera, etcétera…y todo eso simplemente desde la perspectiva marina. Quizá el cerebro de un delfín esté mejor dotado para las matemáticas o la filosofía, con la debida instrucción, que el humano y éstos nos ayuden a resolver algoritmos numéricos o metafísicos, inextricables para nosotros, por ejemplo. Encontrarnos una especie inteligente con la que nos podamos comunicar implicará una revolución social sin precedentes que nos ayudará mucho mejor a conocernos a nosotros mismos. Para empezar tendremos que revisar lo que sabemos de la comunicación con otros seres inteligentes, las máquinas, para ver si ello nos da pistas o patrones para abordar tan apasionante aventura"

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